30.3.06

Al teclado

Aporreo el teclado de este ordenador como si estuviera tocando el piano, buscando la melodía perfecta. Ordeno las letras como notas sobre un pentagrama, dosifico los silencios, ajusto el tempo. Por ejemplo si quiero que esto se lea deprisa basta con no poner piedras en el camino que siempre de izquierda a derecha han de seguir sus ojos. En cambio, si me apetece, puedo convertir este texto –esta misma frase– en una carrera de obstáculos, en una maraña de signos de puntuación; un camino tortuoso, un ritmo sincopado. Lo que aún no he conseguido, sin embargo, es reproducir eso que decían de Cortázar, que escribía como quien tocaba jazz.

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