28.2.05

Tiempo libre...



...y frío, en Barcelona.

Copulandia

Quizás porque soy un guarro o yo-qué-sé, pero siempre me han excitado las oraciones copulativas. Más aún las subordinadas, sobre todo cuando son sometidas sin miramientos por una musculosa frase principal de vigoroso verbo.

25.2.05

Bocadillos del mundo (VIII)

El bocadillo de nocilla
Como dice un amigo, el bocadillo de nocilla te lleva atrás en el tiempo, a aquellas tardes jugando en casa de un amiguito del colegio, cuando su madre traía al cuarto una bandeja con un par de estos bocadillos. Servido en pan de barra o de molde (mejor este último), el bocata de nocilla es sin duda el preferido de los niños. En adultos, este bocadillo denota la presencia del llamado síndrome de Peter Pan, una falta de madurez tal vez irremediable.

24.2.05

Haiku

Un cigarrillo
el aroma del café
somos de humo

23.2.05

Casino Royale

El rey y la princesa. Un príncipe azul que no lo es tanto:
–Pero cariño, tú mereces algo mejor... ¿lo has pensado bien?
–Que sí, papá, él es mi príncipe azul...
–Pero ¿cómo va a serlo si sus padres son unos rojos?*
–¿Y qué más da eso? Él es bueno para mí...
–¿Bueno? ¡Pero si le huelen los pies y no hace más que tirarse pedos!**
–¿Y qué? Tú haces lo mismo y mírate, ahí, gobernando todo un país...
–Lo siento, hija, pero no pienso permitir este matrimonio.
–Demasiado tarde, papá, nos casamos anoche en un casino de las Vegas...***
–¡Ay!


------------------------
Notas al pie:
* He aquí un chiste político barato.
** He aquí una traición del secreto entre madre (la reina) e hija (la princesa).
*** He aquí un final absurdo a la historia, pero no más que el tipo de bodas que se celebran en las Vegas.

21.2.05

Inmobiliaria

Si mi cuerpo no fuera un cuerpo sino una casa, sería mi pecho una ventana, y podrías tú abrirla cada mañana,
dejar latir mi corazón al sol,
cambiar de aire mis pulmones,
o asomarte dentro,
si eso prefieres.

18.2.05

Bocadillos del mundo (VII)

El bocadillo de salchichón
Un clásico de toda la vida, el bocadillo de salchichón hace las delicias de grandes y pequeños. Tiene, pero, algunos inconvenientes: antes de ingerirlo resulta aconsejable quitar la piel al embutido, ya que de otra manera el bocadillo será incómodo de comer, y quienes nos acompañen se verán obligados a presenciar el embarazoso espectáculo de una tira de piel colgando de nuestros labios, que tomaremos con cuidado entre los dedos para estirar a continuación, llevándonos a menudo en este proceso parte de miga de pan ya masticada y mezclada con saliva, un desperdicio incómodo de abandonar en ningún lado, ni siquiera en el plato, donde deja un cadáver en extremo desagradable. Y atentos por si el salchichón tiene trozos de pimienta, que también convendrá retirar si no es uno amante de las emociones fuertes. En resumen: un buen bocadillo, pero según cómo esté servido, incómodo de cojones.

17.2.05

Tiempos verbales

Resulta que siempre hago las cosas cuando debería estar haciendo otras en su lugar. Con esta actitud –que por supuesto a nadie recomiendo–, resulta del todo imposible llevar una vida ordenada. Llega la noche y mi agenda me salta a la cara abierta por la página correspondiente al día. Es su forma de acusarme, de preguntarme qué hice que fuera tan importante para aparcar todo lo que tenía planeado hacer hoy. Como sé que la verdad no le gustará y quiero que cierre la boca (o bien mirado, sus hojas) atrapo un bolígrafo al vuelo y copio en el espacio reservado para mañana lo que tenía para hoy, convirtiendo así mi futuro imperfecto en un pasado pluscuamperfecto.

16.2.05

El hombre breve

Para llegar a nuestro mundo, F, el hombre breve, sólo necesitó seis meses de gestación. El médico que asistió a su madre en el parto todavía no se explica cómo aquel sonrosado bebé no necesitó ir directo a la incubadora. Era aquél un niño completamente desarrollado; tres meses más ahí dentro –hasta cumplir los nueve reglamentarios– y el vientre de su madre hubiera reventado. Pero mayor fue aún el asombro del médico cuando tras las preceptivas palmadas en el trasero para arrancarle el primer llanto, aquel recién nacido se le encaró y dijo: Eso sobraba, doctor.

15.2.05

¿No será usted...

...uno de esos que casi disfruta más leyendo los comentarios?

14.2.05

Trapicheos

Quién está nervioso porque no tiene con qué, por lo que habla con dónde para ver cuánto y cuándo. Acuerdan que será cuanto quiera, pronto y donde siempre. Quién ya se siente más tranquilo. Llama entonces a cómo para ver si le podrá llevar hasta dónde. Pero no se esperaba quién que cómo le preguntara por qué. Quién no sabe qué responder, se deshace en excusas, cuelga de mala manera y llama enseguida a tal y cual. Ellas nunca hacen preguntas indiscretas. Lo que aún no sabe quién es cuánto le costará llegar hasta dónde yendo con tal y cual. Preguntas indiscretas no hacen, cierto, pero siempre se pierden por aquí y por allí.

11.2.05

Bocadillos del mundo (VI)


El bocadillo de jamón
Del bocadillo de jamón existen dos versiones. La proletaria, hecho de jamón dulce (o cocido, o de York; llámenlo como prefieran), y la burguesa, hecho de jamón curado (o serrano, o ibérico; llámenlo como prefieran). No hay datos fiables sobre si la lucha de clases se ha extendido también a estos dos fiambres, pero estén al tanto por si acaso en sus frigoríficos.

9.2.05

El justificante

Tengo una odiosa tendencia a justificarme por todo. Odiosa porque cada vez que me doy cuenta de que me estoy justificando me pongo de los nervios. ¿Por qué coño me estaré justificando ante este tío que no me conoce de nada? Tanta rabia me doy que no puedo evitarlo y empiezo a explicarle a ese desconocido mi odiosa tendencia a justificarme por todo, lo que en el fondo, le acabo diciendo, no deja de ser otra justificación más para justificar que hace un momento me estuviera justificando (premio para quien haya entendido esta frase a la primera). Llegados a este punto, el pobre tipo pone cara de no entender nada, a lo que yo siempre respondo igual: diciéndole que es normal, que no se preocupe, que me pasa a menudo, que me resulta difícil hacerme entender, que no puedo evitarlo, que yo soy así.

Nota para lectores poco avispados: nótese que la alineación del texto, como no podía ser de otra manera, también está perfectamente justificada.

8.2.05

ADN (y II)

–...pues bien, un día se me olvidó tirar de la cadena. Cuando más tarde volví al baño –esta vez para echar una meada– vi que mis espermatozoides seguían ahí, bañándose tranquilos en su piscina particular. Entonces se me ocurrió una idea: no tiraría más de la cadena, y siempre que me masturbara lo haría allí. Sería algo así como esa idea que hemos tenido todos alguna vez de llenar una botella con semen.
–¿Sí? Yo no la he tenido nunca.
–¿No? Yo sí. Un vaso, una botella, lo que fuera. Sólo por hacerlo, por ver cuánto tiempo tardaba en llenarlo, por guardarlo, yo qué sé. Mientras, para todo lo demás, utilizaría el otro cuarto de baño.
–Tío, estás enfermo...
–Pero mi experimento duró bien poco. Una semana después, el olor que salía de la taza hacía que la polla se me derrumbara nada más sentarme en ella. No pude seguir con aquello. Al final tiré de la cadena y vacié un pote entero de ambientador en el baño. Olía como a fruta podrida, un olor insoportable que te atacaba directamente a la base del paladar. Tardó varios días en desaparecer, fue muy desagradable...
–Tú sí que eres desagradable. Se te ocurre cada cosa... Anda, vamos, que se hace tarde. ¿Tienes suelto? Tengo que comprar tabaco.
–Aquí en la esquina hay un bar. Creo que tienen una máquina.
–Vale. ¿Puedo ir antes al lavabo?
–Sí, hombre, claro. Pero ves al de la izquierda, si no te importa.

7.2.05

El muñeco roto



Mientras el Vaticano se empeña en ocultar la verdad, este diario de ayer les revela que lo que se puede ver en la imagen, asomado por una ventana de la clínica Gemelli de Roma, no es más que un simple muñeco. Detrás, aunque en la imagen no se pueda apreciar (pero ustedes se creen lo que decimos los diarios, ¿verdad?), está José Luis Moreno, quien todavía debe perfeccionar sus artes ventrílocuas para que la voz del Pontífice no levante sospechas y deba ser sustituido durante su oración por un arzobispo. Desmentimos así a algunos malpensados que sostienen que su Santidad, a pesar de no poder aguantarse ni los pedos, es obligado a aparecer en público para tranquilizar las conciencias de millones de fieles. Vamos, hombre, eso no sería nada cristiano. Menuda crueldad.

4.2.05

Bocadillos del mundo (V)


El bocadillo de chopped
Desconfíe siempre de quien disfrute comiéndose un bocadillo de chopped. Estos seres desalmados y sin escrúpulos son capaces de cualquier cosa.

3.2.05

Olvidar

Solamente tú puedes retenerme aquí. Pero no vas a hacerlo. Ahora lo sé. Pero no creas que me importa, ¿eh? Me largo. Ahí te quedas. Sólo espero que no acabes arrepintiéndote. Vale. Ya veo que no. Pues me voy, ¿eh?

Sólo tú podrías hacerme cambiar de opinión. Sí, no digas nada, ya sé que no vas a hacerlo. Ya me marcho. Está decidido. Pues nada, recojo mis cosas y me voy. Ahí te quedas. Tienes razón. No tiene sentido.

Ya está. Me voy. Tranquila, puedo con todo. Oye, que si no estás segura... Vale, vale, lo entiendo. Me voy. Joder, a veces te pones imposible ¿eh? Que sí, deja, no hace falta que me ayudes. Joder, parece que tengas prisa por que me vaya. Venga, adiós.

Oye, que he pensado que... Mira, es que no te veo muy fina... ¿Te importa que me quede un día más? Te prometo que mañana me marcho de tu corazón.

2.2.05

ADN

–... y mira, un día me dio por eyacular dentro de la taza del váter. Es muy sencillo. Te sientas al revés, mirando a la taza, con la polla bien tiesa en la mano. Te la meneas hasta que no puedes aguantar más y entonces eyaculas dentro. No tienes ni que preocuparte por las salpicaduras. Todo se queda en el agua, o resbalando por las paredes. Después te limpias la polla con papel de váter -tienes el rollo ahí mismo- y tiras de la cadena. ¿Sabes? Resulta gracioso pensar en esos millones de espermatozoides deslizándose cañería abajo, hacia el mar o una planta purificadora o donde sea que va a parar todo lo que tiramos al váter. A saber si esta mañana la purificadora iba mal y queda algo de mí en el vaso de agua que te estás bebiendo. Es del grifo...
–¡Pfffff! ¡Serás cabrón!

1.2.05

Recuerdos versión 6.0

El pobre F tenía una memoria terrible. Tan mala era que un buen día despertó y se dio cuenta que no recordaba nada. Ni rastro de su pasado. Pero era F un hombre de recursos, así que aquella misma tarde visitó a su amigo G y le compró un buen montón de recuerdos. G era el típico que amenizaba las veladas con graciosas anécdotas e interminables historias que a todos (no sólo a la tímida y silenciosa H) dejaban sin habla.

Durante un tiempo, los nuevos recuerdos de F funcionaron a la perfección. Podía charlar durante horas sobre su infancia, aquellos veranos en la casa de campo, esa vez en que a su hermano y a él les persiguió un enjambre de abejas furiosas dejándoles el cuerpo lleno de dolorosas picaduras. Sin embargo, a medida que evocaba una y otra vez aquellos recuerdos de segunda mano empezó a detectar ciertas contradicciones, detalles que no encajaban. Pero ya se ha dicho que era F un hombre de recursos, de manera que empezó a pulir aquellas imperfecciones repitiéndose esas historias inventadas una y otra vez, dotándolas de más y más detalles falsos para hacerlas encajar mejor, hasta que al final se convirtieron en las mejores mentiras posibles, ésas que a fuerza de repetírnoslas acaban pareciéndonos verdad. Nuestra versión de la verdad.