10.12.04

Conejo, mitad, mechero

O también rapaz, guardián, violeta, orgullo, castaño, reverso, transmitir, linterna, relieve e incluso… canuto! Con estas y muchas otras palabras, la ciudad de Madrid desea felices fiestas a sus ciudadanos. Lo hace a través de ese invento insoportable y deprimente que son las luces de Navidad, esa abyecta forma de decoración psicotrópica (pues la Navidad tiene mucho de estupefaciente) que en este país se cuelga cada vez antes (pronto lo harán a finales de agosto) y que como dicen los periodistas que merecen ir al paro, nos avisan de la llegada de la Navidad (como si para eso no estuvieran los calendarios, oiga).

Pero, por una vez, sonrío al ver esas luces colgantes. Porque su mensaje es absurdo, sus palabras, huecas. Porque –no sé si ésta era la intención de la austríaca que las ha ideado– son una perfecta metáfora de lo que están haciendo de estas fechas, con tanta luz, anuncio y buenos sentimientos expresados a golpe de talonario. En eso están convirtiendo la Navidad, por mucho que se empeñen en vendernos lo contrario. Dicho sea esto último –lo de "vendernos"– con toda la mala idea que me permite este negro sobre blanco.
Ascensor y gabardina (es decir, buen fin de semana).

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